A propósito de “El conductor de los fantasmas y otros cuentos”

Por Edilson Villa M.

(Filósofo, poeta y editor)

Platón nos dice, en el Fedón, que si queremos saber sobre la inmensidad del alma, basta con observar el cielo estrellado; ese efecto oceánico, ese percibir la inmensidad latiendo en el cielo, es el resultado de la forma como ese exterior exuberante no es otra cosa que el interior desbordante volcado sobre el cielo, prueba de la existencia del alma para los empiristas más crudos. El alma calcinada por la crueldad, por el fuego aplicado a lo más íntimo, y luego el alma pensada como constelación, como la organización de cuerpos enormes, brillantes, que giran bajo la bóveda celeste en la noche de lo inconsciente, pero que, por la escritura, pueden llenar de luz y de visiones el frágil ejercicio de la literatura.

Y en ese universo literario, de repente algo hermoso sucede que nos invita a la celebración. Algo indefinible que nos sacude desde adentro. Algo distinto, completamente nuevo, que nos induce a expresiones de alegría, capaces de cicatrizar todas las heridas del alma y de opacar los vestigios del dolor de la cotidianidad. Pero esa sana convulsión que nos obliga a sacudirnos en su máxima expresión ¿Es realmente la manifestación de algo genuino? Sin lugar a dudas lo es.

Cuando leemos el libro El conductor de los fantasmas y otros cuentos, del ya reconocido, local, nacional e internacionalmente, el escritor colombiano Clarildo Mena Hinestroza, nos adentramos en los laberintos más insondables del alma, de la purísima alma; ese silencioso espacio donde, si eres un buen observador y un lector sensible, podrás percibir la música que canta el alma y el espíritu de cada uno de estos cuentos; y su poderosa luz, que te iluminan y te llenan con su frescura y con su poderoso conocimiento de la condición humana.

En palabras del señor Francisco Perea Mosquera, compañero de estudios y amigo personal de nuestro autor, Clarildo Mena Hinestroza:

“Todo comienza desde su familia y el contexto de Yuto, de donde es oriundo (Clarildo Mena Hinestroza), desde donde, como resultado de la tradición oral, se difunden diversas narrativas en las familias, el barrio y las instituciones educativas que recrean los valores y tradiciones culturales con una gran carga de ancestralidad. La fuente más importante de esta inspiración la encuentra en los cuentos y relatos que su madre y sus tías contaban en las noches, después de largas jornadas de trabajo en el campo. Estos relatos los convirtió en importantes ejercicios de oralitura, los cuales trascendieron y configuran lo que es hoy su producción literaria”.

En este mismo sentido, el Dr. M’bare N’gom Faye, Decano de facultad de letras de la Morgan State University (Baltimore, Maryland – Estados Unidos de Norteamérica), refiriéndose al hecho creativo del escritor Clarildo Mena Hinestroza, sostiene que:

Clarildo Mena nos lleva de la mano por los vericuetos expresivos y estéticos del relato breve apoyándose, en parte, en la tradición oral de la tierra que lo vio nacer; una oralidad (Literaria) cultivada y mantenida viva por la familia y la comunidad”.

De igual manera lo recalca el propio autor en el prólogo de la primera edición (Ya van tres ediciones publicadas), de su libro Cuentos de río, mar y tierra, como antesala de esta nueva serie o temporada, de cuentos maravillosos reunidos bajo el título de El conductor de los fantasmas y otros cuentos, al observar que:

“(…) todo nace de la curiosidad que desde niño he tenido por las historias y las muchas fantasías que he prolongado en mi memoria al escuchar, ver o vivenciar algunos sucesos de la vida real”.

Como lo dije anteriormente, en el prólogo que escribí para la también maravillosa novela, La mensajera de la muerte, de nuestro autor en mención; la escritura es una preparación para el silencio; y Clarildo Mena Hinestroza lo sabe, por eso, al igual que Manuel Zapata Olivella, Arnoldo Palacio, Pilar Quintana, entre otros grandes escritores que retratan la cultura del Pacífico y del Caribe colombiano, nos presenta, con su trabajo literario, esos secretos suyos, tan autóctonos, tan propios pero tan universales a la vez; esos secretos de una cultura ancestral que solo puede develar un verdadero, un auténtico escritor.

Cada uno de los cuentos aquí recopilados (El bautismo del año, El conductor de los fantasmas, El divorcio, El festín del difunto, El intruso indolente, El mal vicio del pueblo, El paciente de la mañana, El rey sin ballenas, El sexto sacramento, La semilla milagrosa, Las aulas vacías, El palero millonario y Las peripecias de Pantaleón), recogen y nos narran algunos momentos, experiencias personales y colectivas, mediadas por la memoria y, por ende, son una reafirmación de su identidad. Cada relato explora diversas facetas de la historia, las costumbres y las prácticas sociales y tradicionales de las comunidades que habitan la región pacífica de la geografía colombiana.

Continuando con el Dr. M’bare N’gom Faye, este sostiene que, en sus cuentos, Clarildo Mena Hinestroza “propone un proyecto narrativo abierto, dialogante y dinámico que explora nuevos espacios narrativos alternativos a partir de realidades y experiencias locales y nacionales pero marcadas por el sello de lo universal”. En esta misma línea, también afirma que el autor de El conductor del fantasma y otros cuentos “despliega una escritura esmerada y cautivante en la tradición del relato breve latinoamericano tal como la definieron narradores como el uruguayo Horacio Quiroga. Así mismo, consigue en breves pinceladas narrativas captar y retratar el alma y la psicología de los personajes que habitan esa Colombia invisible e invisibilizada, pero vibrante y dinámica a través de su pluma”.

Otro detalle importante, menos antropológico y más literario, que no debemos pasar por alto sobre estos magníficos cuentos que nos presenta Clarildo Mena Hinestroza, es que todos plantean un conflicto capaz de sostener la tensión que el género requiere, que no abusan de la poesía ni de las descripciones y las reflexiones que congelan el tiempo y lo tiran para atrás.

Para concluir estas breves palabras sobre El conductor de los fantasmas y otros cuentos; y haciéndole honor a su autor, el gran escritor Clarildo Mena Hinestroza, figura relevante entre los narradores de este nuevo pulmón narrativo mundial como el que estamos viendo en el Pacífico colombiano, adhiero (otra vez), a las palabras de Francisco Perea Mosquera, cuando dijo en el prefacio de la novela La mensajera de la muerte, de Clarildo Mena Hinestroza, que:

“Los aportes educativos de esta novela (y de todos sus libros de cuentos), son una herramienta didáctica y pedagógica fundamental, desde la cual los estudiantes y profesores apropian valores de la cultura afropacífica, además afianzan y fortalecen la identidad cultural, la educación propia e intercultural. La mensajera de la muerte, Cuentos de río, mar y tierra y El conductor de los fantasmas y otros cuentos, contienen una gran riqueza lexical, gracias a la que se recuperan muchas palabras que se han perdido por desuso y que en la actualidad deberían ser retomadas en escuelas, colegios y universidades no solo del Pacífico colombiano, sino también del país y el mundo”.

Este nuevo libro de cuentos, que hoy tengo el honor de prologar, es como una botella arrojada al mar, que su autor les ofrece con la certeza que ustedes le darán un cálido recibimiento cuando, por voluntad divina, llegue uno de estos ejemplares a sus benditas manos.

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